Las salidas que menos te organizas, son las que mejor salen.
Anoche, me lo pasé como los indios, y como los prometidos es deuda, Alex se merecía un post.
Pese a que el tiempo no nos acompañaba nada, subimos al centro, a San Ildefonso, como buenos jaeneros que somos actuando un viernes.
Lo primero de todo, buscar aparcamiento. Eso es lo más complicado, pero él se guardaba un as en la manga, y cerca de la Alameda nos esperaba un huequecito para su coche.
Destino, Jabal-V. Para mis lectores que no sois paisanos, he de decir que es uno de mis bares de tapas preferidos. No solo por que es un bar bonito e higiénico, sino por la situación que tiene, por las tapitas, la variedad de roscas y sobre todo, el tinto con limón, que está de.li.cio.so!
Pues una vez cenados, y pese a que la conversación era bastante fluida, recordando momentazos de nuestra tienna juventud, decidimos cambiar de local: La taberna del Payo Juan Manuel.
En mis 22 años que tengo, jamás había salido de cañas por las tascas de la catedral. ¡Increible!
Nada más entrar, el artista que estaba cantando, paró para preguntar que cuantas personas éramos, y una vez dictado dónde nos teníamos que sentar, prosiguió con su cántico.
Un repertorio de canciones flamencas, sevillanas, chistes y rumbas. Una taberna decorada con cuadros de otros artistas (la mayoría muertos, que todo hay que decirlo). Nuestras pipas, palomitas y cortezas y continuamos con la conversación.
Cuando ya nos hartamos de guitarreo, y teniendo en cuanta las horas que eran, decidimos volver cada uno a su nido; pero al pasar por Iroquai, escuchamos una batería y guitarras en directos, y ni cortos ni perezosos, decidimos entrar. Pasamos del folclore andaluz al Indie Experimental de un grupo llamado Notes To Myself. Nos dió tiempo sólo a escuchar un par de canciones, y aunque el volumen estaba demasiado alto, sonaban bastante bien.
Después de eso, dimos por terminada la magnífica velada. Tener amigos así hace que eche de menos volver a Jaén.