lunes, 14 de noviembre de 2011

XLIV: Los padres de ella

Llega el momento, caen las murallas, va a comenzar la única justa de las batallas.... Ejem... ¡Ay! me lío, me lío.
Sí, llega el momento, único e irrepetible. Este fin de semana va a ocurrir algo muy importante para la sociedad española. Y no me refiero a las elecciones. Me refiero a un acto, socialmente importante. Le voy a presentar a mis padre mi novio. 
Yo ya pasé por ese trance hace un mes y pico. Coincidiendo con su cumpleaños, decidimos comportarnos de acorde con la edad que tenemos, y nos presentamos en su casa, con todos sus hermanos, cuñados, cuñadas, padres, sobrinos y hasta el perro.

Y ahora le toca a él. El pobre mío está nervioso. He de decir, que mi familia, al igual que la suya, es enorme. Entre unos y otros, nos juntaremos 25. 
Pero claro, diréis... si, venga vale, por ese trance pasamos todos...En mi caso, ni en mi casa, no es lo común. Para mi dar este paso es tan importante como publicar una página en un periódico diciendo que lo quiero. O colgar de un puente un tremendo cartel diciendo que quiero estar toda mi vida con él. O contratar una avioneta y que ondee una bandera con su nombre corazón el mio y un forever
Pero con el agravante de que quieras o no, la primera impresión es la que cuenta. ¿La ventaja? es que la primera impresión me la llevé yo. Y a mi me encantó. Así que lo que opinen los demás, realmente me importa muy poco. Porque si doy,  damos este paso, es que estamos muy seguros los dos. Y eso es lo mejor de todo: que ha sido una decisión única y conforme.

Ese acto durará un día y poco más. Luego por la noche, tocará algo similar pero más leve, y en otro ambiente. Con mis amigos. Ellos son más incondicionales, distendidos y pasotas. Además, será un orgullo para mí que me acompañen en la celebración de mis 26, y que quieran conocerlo. Lo que pase después, lo hará la noche por sí sola. 

Lo importante de todo, es que es un pequeño gran paso por un sendero que comenzamos a caminar los dos a la vez.