sábado, 29 de agosto de 2009

Capítulo 80: El otro lado

Hoy no tengo inspiración como otros días, donde las palabras fluyen solas y salen al exterior en forma de tips, cual gotitas de agua en los aspersores asquerosos de las terrazas de verano.
En realidad, pese a que no me salen las palabras como yo quisiera, tengo mil ideas rondándome en la cabeza, pero ninguna con la fuerza necesaria para ser escritas.
Y es que, cuando las noticias que te deben impactar no lo hacen con la intensidad que se supone que tendría que tener, preocupa. Sobre todo, porque soy consciente del cambio de la película. Hace cinco meses me pasó lo mismo, la misma historia, y os puedo decir que lo pasé mal, y lo sabeis. Pero ahora, siento tremendo alivio.

Hoy es uno de esos días que pienso que la gran mayoría de las personas que me importan, están al otro lado. Al otro lado de la pantalla, del teléfono, del mundo, del país. A veces, me basta con escuchar sus voces, o verlos a través de la camara de mi pink laptop. Pero cierto es que muchas veces me encantaría que estos artilugios fueran capaces de trasmitirme el olor de esas personas, el calor de su piel, o las caricias que a veces dejaban caer en mi espalda. Me encantaría que se inventara la máquina de teletransportar y en lo que tardo en chascar mis dedos, dar un abrazo o un beso de buenas noches y volver a mi cama, o quedarme a su lado y despertarme a la vez.

Que tengo mi punto de rareza, no lo niego, y además me gusta. Pero hasta el punto, y ya termino, de escuchar a mi paisano Juanito Valderrama mientras me expreso, creo que por hoy, mis neuronas han tocado fondo.

Es tarde, tengo muchas impresiones golpeandome las sienes, y mi estómago diciéndome que no le da la gana de estarse quieto.

Por lo demás, respiro y siento calor, el mundo gira, los pájaros cantan, las nubes se levantan, y los periquitos de los jardines de mi bloque se han puesto a funcionar, y pienso que aunque el verano termine aquí, continúa en otro lugar del mundo. Solo hace falta seguirlo para disfrutar de él.











domingo, 23 de agosto de 2009

Capítulo 79: Un día en la piscina: flora y fauna


Último domingo autista, lo prometo:
Hoy me he levantado temprano porque llevaba 10 horas durmiendo y porque un amigo me llamó que acababa de llegar a España, pero que le era imposible perder el vuelo a su siguiente punto de destino, todo había salido perfectamente. Bonito, que alguien quiera perder un vuelo para darme un par de besos.
Así que como cada domingo, me he vestido, he desayunado y me he ido a misa. A la vuelta, Raúl, mi vecino el camarero, me ha parado para darme un poco de charla, y yo que traía la cansinería sobre la chepa, le he dedicado unos minutos a pleno sol, agradeciendo después que me haya hecho cambiar de opinión.
Así que, una vez en casa, y con la comida hecha, en un plis, bikini puesto y a activar mi melanina.
Como ayer fui también, una vez rota la vergüenza de ir sola (que aunque parezca que no, todavía gasto de eso a veces)me he plantado en el mismo sitio de siempre.
Para mi sorpresa, me rodeaban los mismos de ayer.
Ya os he comentado varias veces lo observadora que soy, y estando sola, no me queda otra que mirar, sin intención ninguna, sólamente observo lo que se atraviesa en mi horizonte visual.
Y me he dado cuenta de la flora y fauna cohabita en un mismo recinto de estas características.
Sobre la flora, poco que decir: alguna que otra florecilla suelta, y mucho capullo alrededor.

La fauna, sin embargo, es lo que más me impacta.
Hay varios grupos sobre los que incidir: desde niños rebolluos a señoras octogenarias luciendo palmito.
Lo de los niños es algo que me choca bastante, porque en mis tiempos, el raro era el que era gordito, y su mamá le echaba dos bocadillos y un phoskito en el recreo. Ahora, el raro es el flacucho. Con tanta playstation y juegos en el PC, los niños son bolillas de carne andantes. No se como sus padres lo permiten. Eso si, los niños españoles, porque hoy, he podido comprobar como los niños y no tan niños no españoles, más bien oscurillos y dejémoslo ahí, estan tocados por la gracia de Dior, y gozan de un cuerpo fibroso y atlético que da una envidia que no veas( que conste que no lo digo por los menores de 18 años, no os penseis nada raro). Eso si, el día del reparto de beneficios, Dior, dió a elegir entre cuerpo y cara.Y la mayoría, eligió lo primero.

Sobre las señoras octogenarias, hay que destacar como se han ido liberando poco a poco, y quitándose sus propios prejuicios. Pero una cosa, señora, es que se ponga a tomar el sol, lo cual está permitidísimo, y otra cosa, es que sea capaz de saber a cuantos grados está el céscep con un simple gesto. Porque, seamos realistas, a su edad, que tenga el corte del bañador en el pecho, es totalmente indiferente...dudo que algún macho ibérico que esté dispuesto a vérselo, le importe que tenga distinta tonalidad...

Otro grupo que abunda, son los chicos gamba. Esta es una especie que empezó a surgir con la metrosexualidad. Se caracterizan por bañadores "de invierno", es decir, de los que casi llegan a los tobillos, por los rosarios colgantes y por tener todo el cuerpo tatuado. Que una cosa es llevar un tatuaje por el motivo que sea, y otra cosa es ser un album de muestras. Creo que no tengo que explicar por qué lo de gamba, no? (bueno venga...le quitas la cabeza y te quedas con el resto). Estos, con el tiempo pasan de ser gamba-man a caballitos de mar. Ahí, os cuento. Cuando llegan a cierta edad, su cintura, o bien pasa a ser lo que comúnmente distinguimos como barriga cervecera, o están éstos que os digo. La barriga se les sube al pecho, lo cual, dan la sensación de buche columbidae o en su defecto, caballito de mar, ya que para que a esa edad esten en la piscina, es porque como éstos, llevan a las crias encima (a los nietos, se entiende).

Por último, cabe destacar, los lobos solitarios (entre los que me incluyo). Dícese de personas, que hartas de esperar a los colegas, y sin aire acondicionado en casa ni piscina de urbanización, van rellenando los huecos que dejan los anteriormente mencionados. La equipación de un lobo/a de piscina, es básica por un motivo clarísimo: miedo a que te manguen hasta el D.N.I. Eso sí, compuesta por :
a) una libro, al ser posible tocho, tipo Ken Follet, para que no se te acabe(nadie te roba un libro en la piscina)
b) botellita de agua calentorra
c) gafas de sol para disimular
d) móvil escondido, para mirar la hora, porque es lo único que aparece en pantalla

Pasado el Sol que ya no colorea, decidí volver a casa. Lo bueno, es que ha terminado con unas sidritas "aqueRaúl" acompañada de la rubia del sur, a la cuál, dedicarle estas últimas palabras, ya que me ha pedido aparecer en un post:

"Sí, han crecido, María, yo se que te gustan, pero lo nuestro es imposible".






sábado, 22 de agosto de 2009

Capítulo 78: Sobre la cebolla y el egoísmo

Siempre me he preguntado dos cosas en mi vida, que para mi, tienen bastante importancia:

¿Por qué todas las comidas, o cerca del 83% llevan cebolla? ¿Tanto stock de cebolla hay en el mundo? ¿Tan poco cuesta cultivarla que hay que gastarla sí o sí?¿Por qué las empanadillas de la Cocinera llevan más de este ingrediente que hojaldre? ¿Nadie ha pensado en la gente que nos da grima? (En realidad, son varias preguntas lo se, pero enfocado al mismo tema)

Y la segunda gran pregunta, es: ¿por qué dejamos escapar lo que más nos beneficia?

Para la primera, no tengo respuestas, imagino solamente que es cuestión de cultura, y a mi me ha tocado el país cebollero.

Para la segunda, creo que después de ver, conocer, escuchar y convivir con distintos tipos de personas, se puede resumir en una palabra: Egoísmo.

Directa, o indirectamente somos egoistas. Todos, unos más, otros menos, unos siempre y otros muy de vez en cuando. Pero todos vamos buscando lo mejor para nosotros, sin pensar si nosotros somos lo mejor para los que nos rodean.

Dejamos pasar a las personas que más nos demuestran su valía, su amor hacia nosotros, porque perdemos el interés cuando obtenemos algo tan facilmente.

Negamos sonrisas creyéndonos que quien la pueda recibir no la merece; Estamos demasiados ocupados para preguntarle al que está serio que si tiene algún problema y se quiere desahogar. Pero lo peor, es que cuando somos esas personas "serias" y ya nos han preguntado, negamos que nos pase algo, porque nuestra vida es demasiado importante para compartirla.
Nos gusta que nos miren, que sepan que hacemos, pero intentamos enmascararlo para que no sea tan evidente.
Por eso, dejamos caer frases sin ton ni son para llamar la atención, compartimos "estados" y fotos en redes sociales, y nos lamentamos públicamente cuando algo no ha salido como nos esperabamos.

El único consuelo que me queda es que para bien o para mal, somos todos iguales y nos necesitamos. Sálvese quién pueda.



martes, 18 de agosto de 2009

Capítulo 77: Hiperactividad

Por fin me he calmado. LLevo todo el día hiperactiva, saltando de un lado hacia otro, sin dejar de hacer cosas, sin dejar de pensar y de hablar conmigo misma. Reconozco que lo soy, pero el hecho de añadirme un café doble influye. Como el hecho de no hablar con nadie más que con desconocidos.
La cuestión, es que desde que me levanté, andaba con la sonrisa maligna, la de triunfar y reirme de ello hasta por la calle (la gente no me entiende). Y es que no hay nada mejor que te apoyen cuando cuentas una historieta.
Ya no me escondo ni intento disimular, me río y punto. Soy feliz, y se me nota en la mirada.
Así que ya en casa, comencé por tareas de "mari" mientras escuchaba música a todo volumen y sí, bailando y cantando con la escoba... Y de pronto, momento de inspiración. La saqué del armario, por fin, después de tanto tiempo.
La camiseta. Un lienzo blanco para plasmar en ella mi imaginación. Es un regalo que prometí hace cinco meses dedicar, y ha tenido que ser un día como hoy, donde mi hiperactivismo unido con 38 grados, y mi imaginación han dado fruto.

Pero lo importante del día no es que pinte una camiseta, ni que pegue saltos.
Me quedo con el momento silencio. Después de una ducha helada, y de estrenar un bodymilk de Sephora delicioso que huele a galleta de chocolate, me he asomado a mi ventana. Todo está en calma. Madrid está parado, es agosto y se nota. Los 7 millones de habitantes han quedado reducidos a un silencio casi sepulcral, donde solo ha sido roto por un taxi que seguramente iba de vuelta a casa.
Y he comprendido, que si una ciudad así se para, mi cabeza debe tranquilizarse también. Me ha invadido de pronto un golpe de paz, de armonía, de sueño, y de nuevo de inspiración.
Tenía que soltarlo, y una vez hecho... buenas noches a todos.

lunes, 17 de agosto de 2009

Capítulo 76: Evocando

Y de nuevo sonó esa canción. El viento fresquito de la noche me traía las notas que estaban siendo interpretadas en el lado opuesto del pueblo, por la orquesta de las fiestas. Mientras hacía un repaso a la memoria, tirada boca arriba mirando el cielo en una de las tumbonas que habían cerca de la piscina, volvió a sonar.
Y si en aquel momento, mis recuerdos eran recientes, en una cadena de pensamientos paseándose en estos últimos nueve meses, retrodecieron algo así como 15 años.

No recuerdo exactamente cual fue la primera situación de mi infancia en mi pueblo, se que desde que tenía año y medio iba cada periodo vacacional, cada fin de semana, a convivir con mi abuela, con mi tía y con mis primos.
Pero si recuerdo las tardes a pleno sol en el patio, jugar al escondite y a Antón pirulero, las cabañas que mi padre nos hacía con las hojas de la palmera, los baños multitudinarios a los pies de las escaleras para terminar antes, los bocadillos de mortadela de la chica, y las tortas de masa de aceite.
Recuerdo las granizadas de Juan Antonio el del quiosco, a mis primas la vasca y la canaria, las pechadas de comer en casa de Mari, y las vecinas de las casas colindantes, que me repetían una y otra vez que tenía la misma cara que mi madre.
Recuerdo, que mi método de identificación era decir que era nieta de Antonia la de Machaquito, y que trás de mi, había otro hijo más de la que está en Jaén.

No echaba de menos nunca volver al piso, alli era muy feliz y mis padres venían cada fin de semana hasta agosto, que justo empezaba la feria y mi padre tenía vacaciones. Recuerdo apagar las luces de noche para ver las estrellas, mientras mi abuela o mi madre nos contaban historias, hasta que empezaba a hacer fresco, y nos tapabamos con las toallas que colgaban de las cuerdas del tendedero.

Aquella canción, tan simple, tan movida, tan alegre y a la vez triste, sonó hace poco. Me la recordó Ana, y el pensamiento del momento de esa canción regresó del pasado más reciente, volviendo a evocar la playa, mis amigas, las vacaciones, los amores y desamores, las caricias, los besos, las sonrisas, el abanico, los bailes, las miradas, los mensajes no contestados, la soledad y la compañía, las duras verdades y las dolorosas mentiras.
La vida está llena de ciclos, y a mi me gusta el que estoy viviendo ahora. Mi ciclo, sólo mío.



martes, 11 de agosto de 2009

Capítulo 75: Hasta Luego

-"Ruuuuuuuubia", ¿que tal?
-Hola nenaaaaaa.... que tal....¿como ha ido el día?
-Tía, hoy me ha cundido bastante, además, como ya me conocen... mejor. ¿Y tú? ¿que tal con tu compañera?
-Bueno, hoy estuvo disiendome que tenía unos checkings... y eso....[...]¿Senamos? creo que tengo para hacer una ensalada he comprado pan...


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Pero hoy no cenaré ensalada, al menos, contigo. Porque, posiblemente, cuando leas esto, estés en la mejor compañía, tu "marido" (mon amour), tu mami, tu hermanito, tus amigos de siempre.
Porque hoy, después de cuatro meses y diez días, no tendrá sentido entrar gritando "rubia" por la puerta; ni hoy, ni mañana, ni tampoco en bastante tiempo.

Porque hoy, mi hermana adoptiva, mi amiga, mi compañera de estos meses, ha vuelto a su lugar de origen,tal y como me dijo que pasaría cuando la conocí. Y aunque en este tiempo, lo he ido más que asimilando, el vacio que hoy deja, no es solo en la habitación de al lado.

Gracias por dejar que te contara mis historias, por compartir tantos momentos, por tantas fotos, compras, cenas, infusiones y burradas de las nuestras.

Se feliz Joann, te veré pronto.




miércoles, 5 de agosto de 2009

Capítulo 74: Imagina

Imagina las cosas que pudiera hacer contigo,
Imagina la paz y la ternura que sentimos,
Imagina lo dulce y lo divino que sería,
Imagina que juntos estaremos algún día



Esta noche estoy un poco de bajón, romanticona. Imagino que son ciclos solamente.
El desconocimiento de algunos asuntos, la dejadez de otros, el conocimiento de nuevas historias o personas, hoy me han marcado un poquitín. Y es que hoy, es de esos día en los que imagino, qué hubiera pasado si las palabras que dije tiempo atrás estuvieran dando su fruto.
Me ha dado por pensar que pasaría si las cosas que suceden por casualidad, nunca hubieran pasado porque hubiese hecho lo que tenía planificado en su momento.

No quiero decir con eso, que me arrepienta de nada de lo que he hecho/dicho, ni miro hacia atrás echándolo de menos. Solo, que imagino, que hubiera pasado si no hubiera descubierto a los TSD, si no hubiera tenido tanto tiempo libre, si no me hubiera equivocado al mandar un mensaje, si no me hubiera venido a Madrid, si no hubiera renunciado por orgullo a un puesto de trabajo, si no hubiera devuelto la llamada de aquel número de oficina, si no hubiera sido tan "graciosilla" y hubiera mantenido la boca cerrada, si no hubiera llevado aquella camisa blanca, si no te hubiera conocido, si no hubieras cambiado de opinión, si no me hubiera mudado, si no hubiera sido tan feliz estos meses, si no hubiera bailado, si no hubiera hecho que el verano terminase definitivamente.



lunes, 3 de agosto de 2009

Capítulo 73: Málaga: Palmeras, playa, vino y kinkis

¡Que viva la República Dominicana!¡Mira, una palmera!¡Maya!

Así empezaba a plantearse el fin de semana; gritos de guerra solo con sentido para unas cuantas.
Y es que, tras mi paso por el Caribe, y las vacaciones a las que Hanna, Joann y yo estamos acostumbradas, quedarnos el primero de agosto en Madrid era todo un castigo.

Un par de bikinis, unos minivestiditos, bronceador y los billetes del AVE. Que genial plantarse en dos horas y treinta minutos en la Costa del Sol!

Nos esperaba David, el recepcionista del Hotel Don Paco, altamente recomendable (el hotel), a parte de la humedad y el olor a sal, y un ambientazo por el centro lleno de RRPP que nos perseguían y nos regalaban chupitos por doquier.

Unos bailes para dejar el estres, un Duyuspikispanish? que nos hizo reirnos en toda su cara (es lo que tiene ir con la rubia) y un montón de locales con música "variada".

El sábado, tras levantarnos con una sonrisa en la cara, bajamos a desayunar a la cafetería de la esquina, y después, a la playita. Vereis, si os cuento a secas que estuvimos vuelta y vuelta, pues no tiene mayor chicha el día. Pero, si os cuento, que la Chenoa, el Jonny, la Deli, la Laura (con sus mayas/pijama)la Vane, la Naza y el Felipe, le pidieron también unas tumbonas al Fali, y se sentaron a nuestro lado, con sus bocadillos de chorizo, y sus botellas de Sandevid, el asunto cambia. Porque "desaaah", si la llegan a coger por banda, le clavan un palo que le atraviesa toda la "esparda", porque ellos, no tienen ná que perder en la vía!(no la del tren).
Imaginaos el plan, estuvimos bastantes entretenidas y metidas en la conversación (no porque quisieramos, sino porque con las voces no nos quedaba otra). Hasta que llegó ÉL. Lo mejor de Málaga si quitamos la playa, el sol, el vino moscatel, los boquerones, calamares y el argentino del Pub Chocolate. Parece mentira que perteneciera a la familia. Con un bañador rojo, una camiseta blanca de tirantes que enseñaba sus magníficos pectorales y su niña de la mano, nos mostró su torso en el cual, aparecía la siguiente inscripción:DEBORA.
Una hora al menos nos quedamos las tres embobadas intentando leer lo que ponía alrededor del ombligo: Débora, como la niña. O debora... en plan orden...
El caso, es que Raúl, el último personaje que se unió al episodio playero de Diario de Verano, nos hizo plantearnos que siempre hay alguien en todas las familias que tiene que destacar, en este caso, para bien dentro del clan kinki boquerón.

Por la noche, tras seguir la recomendación de David, fuimos hasta el Pimpi, una bodega típica andaluza, con autógrafos de muchos actores y famosetes en los barriles, y fotos de carteles taurinos y macetas en todas las paredes. Desde luego, bastante agradable, y muy ricas las rosquitas y la carne a la sal.


El domingo, tras apurar hasta las 11 en la cama, recogimos los bártulos que amablemente nos dejaron que guardásemos en el hotel, y nos fuimos de nuevo para la Malagueta.
El desayuno, a la carta y con un serlf-sevice de Colacao/agua/azúcar que nos quedamos muettas.

Y con todo el dolor de nuestras almas (y de algunas partes no acostumbradas a tomar el sol, que lo hicieron estos días), nos volvimos para recoger nuestras cosas e ir a la estación, camino de Madrid.

Un fin de semana de lo más aprovechado, de lo más relajante, de lo más divertido, con una banda sonora llena de canciones que no se nos olvidarán (excepto a Hanna, la de sfiusfiusifuimayaaaaa)