miércoles, 18 de agosto de 2010

XIX: La estrella

Siempre he sido muy lunática, me ha influenciado mucho el cambio Lunar, y me fascina mirar el cielo raso y contar las estrellas. Y siempre he creído que una de ellas velaba por mí. Porque, ya he hablado otras veces de ello, considero que en mi vida la "buena suerte" me sonríe. Y soy pro vida, y optimista, y considero que estar aquí es un mero trámite para Vivir definitivamente.
Hay ocasiones, en las que me he topado con gente apesadumbrada, que ve la muerte como una escapatoria, sin querer afrontar la vida. Cuando algo es negativo en ese tránsito, lo encuentro comprensible. Claro ejemplo familiar, una persona que lleva desde los treinta años enferma, que hace quince le aseguraban que no viviría más de diez días, y que cada dos por tres, ve a Joe Black aparecerse, y que pese a todo, tiene ochenta y dos años.
Cuando tienes una vida por delante, llena de comodidades, con una salud de hierro, y un camino por hacer, me parece un insulto a la vida querer morirse. Me parece una falta de respeto a todas aquellas personas que tienen una fecha de caducidad asegurada, que no han tenido más oportunidad de vivir que de una manera desastrosa, bien por su sociedad, bien por su enfermedad, bien por su entorno familiar.
Me parece egoísta y cobarde querer desaparecer, en vez de luchar por una vida digna. Ya no sólo la propia, sino la de la gente que te rodea, y que te ama.
Porque si de algo somos responsables, es de nuestra propia vida. Y no me vale esa falacia de "y si Dios me quiere, por qué sufro....". Al nacer te hizo libre, y tu eliges amar a una persona, desearle el bien, o herir un sentimiento una y otra vez. Así que no me vengas con historias.

Pero lo que realmente me asombra, es que una de esas estrellas se me presente en la tierra, en forma de humano, (en muy buena forma, por cierto) con una sinceridad nunca vista, con unos ojos que transmiten lo indecible. Y que pese a todo lo que le rodea, aporte tanta energía, tantas ganas de seguir luchando que da envidia. Y sobre todo, dan ganas de vivir con su ejemplo, y de conseguir las metas que un día se escriben en un papel, y de seguir respirando y caminar con la cabeza alta.
A veces, un mensaje, una visita mensual, una nota, es más que suficiente para conocer a una persona, a esa "buena estrella" que un día apareció por casualidad, y que lucharé porque brille siempre a mi lado, y porque me ayude a repartir esas ganas de vivir, a quién es sordo de corazón.