lunes, 21 de noviembre de 2011

XLV: Los padres de ella (la vuelta)

Se acabó el fin de semana, por desgracia. Y si leísteis el post previo, hoy toca que os cuente que pasó finalmente estos días anteriores.

Pues bien, os detallo a continuación. Ahí va la chicha.

El viernes, siguiendo el planning, aparecí en Córdoba a la hora que el tren me dejó, que si no llega a ser porque miro bien, me monto en otro distinto, y a saber que hubiera pasado. Pero allí estaba mi Hombre esperándome. Sus primeras palabras, "que nervios". Las segundas..."ofú, ¡que soy muy vergonzoso!" (mentira....). Por el camino intenté tranquilizarlo, contarle historietas y demás para que se relajara, pero no lo conseguí demasiado.
Llegamos a Jaén a eso de las 11, y salió mi madre a recibirnos. Y entonces, pareció que la vergüenza le desapareció por completo, la dejó en el maletero del coche. Y saludó como si conociera de toda la vida a mis padres. Y yo, sorprendida.

Lo gracioso de esa noche fue que mi padre preguntó que dónde dormía. Y le dije que teníamos el hotel reservado: "que se quede aquí ha dormir, mujer, que no pasa nada". "No, papá, no te preocupes, que ya está reservado".
Angelico, creo que hasta no vio que yo no aparecí para dormir, no se enteró.

Esa noche, y debido a que era muy tarde, terminamos poniéndonos gochos en el McRata. Llegamos al hotel cansados, pero ya estaba bastante más relajado.
¡Y luego me dio más regalitos!¡Ya van...10!

Al día siguiente, habíamos quedado con el resto de la familia sobre las 2 de la tarde, pero antes, teníamos que pasarnos por el centro comercial para que buscara su perfume...y un cinturón. Íbamos bien de tiempo, hasta que nos dimos cuenta en el parking, de que la chica nos había vendido otro perfume distinto al que nos había enseñado. Así que otra vez a buscarlo, cambiarlo y demás. Pero finalmente, llegamos a tiempo, y él, hecho un pincel, como siempre.

Las primeras presentaciones, en la calle, y mientras nos organizábamos, llegaban, nos sentábamos y todo eso, parecía que estaba mi familia más nerviosa que él. Nos sentamos junto con mis cuñados, y mi hermano, para que pasara la prueba de fuego: gustos. Y ellos, se reían y le "restaban" puntos, por no gustarle la cerveza, ni el fútbol, por tomar tinto con naranja y quitarle el empanado a los flamenquines grasientos. "Demasiado sano" decían. Pero sin duda, se integró bastante bien.

Por la noche, estuvimos con mis amigos, en el Bundes, como de costumbre; se lo pasó bien, me ha dicho. Me lo pasé muy bien. Por verlo a él a gusto, por estar con Pin y Pon y con Jose, y algún otro amigo por ahí.

El domingo fuimos a despedirnos de mi hermana y de las niñas, y luego a comer a casa de mis padres. Todo perfecto. Conversación fluida, chistes, y halagos culinarios.

Y es que parecía que había estado más veces ahí.
Desde que nos conocemos, siempre hemos tenido ambos la sensación de que nos conocimos hace mucho mucho tiempo, y simplemente habíamos dejado que las cosas pasaran por separado, para conocer cada uno distintos aspectos de la vida, y una vez cansados de ello, volvernos a ver.

Me gusta pensar que decidimos a la vez acercarnos, enamorarnos y volvernos a juntar. Realmente, es lo que yo siempre he querido. Y si no me equivoco, yo soy lo que él siempre ha querido. Así que puedo decir que la "prueba de fuego" ha sido superada con éxito.