domingo, 25 de mayo de 2008

Capítulo 10: Sweet Saturday & Katie Holmes

00.00 h, esquina Antón Martín. Wen y Olga me esperarían allí y después recogeríamos a Marisa. La noche, se planteaba genial.

4 chicas monas (porque yo lo valgo) que además parecíamos que nos habíamos puesto de acuerdo para vestirnos (Wen y yo clásicas con vestidito negro y Marisa y Olga de mono blanco).



Primera parada: Bambata . El ambiente muy bueno, aunque había mucha gente y cortaba un poco el rollo, pero pronto empezamos a encajar en el sitio y a bailotear. Copas a 6€ y refrescos a 3€. Un par de cocacolas, un chupito y brindis con unos chicos, y a darlo todo.

Conocimos a 4 chicos y chicas, de EE.UU bastante majos que se acoplaron y decidieron venirse con nosotras.

Balance: un español, un argentino, un español gordo y un chaval negro que me dijo que bailaba muy bien. Un asco.



Salimos de alli, y nos fuimos a Sweet. 8€ la entrada, con consumición. Nada más entrar, temazo: el chiki chiki. Por algo fue Eurovisión. Pues nada, chaquetas fuera y a bailar. No es que destaque por los temas musicales que ponían, básicamente los de moda, y luego mucho house (o chinchimpum). Bastante calor, no contaba con ello con el nuevo corte de pelo, pero bueno, todo soportable.

Fotos, muchas fotos, y de pronto, un comentarío que me hizo sonreir. Elisabeth, la chica de EE.UU, después de mirar una foto, me pregunta: ¿sabes quién es la mujer de Tom Cruisse?¿Katie Holmes?Es que te pareces a ella! ¿te lo han dicho alguna vez? Y yo, con mi cara de situación, riéndome, porque no es la primera vez que me lo decían. Realmente, es una cosa que ni fú ni fá, pero bueno, la chavala es guapa, y mejor que me comparen con ella que no con otra (aunque también me han comparado con Mar Flores y Michelle Monaghan).

Pues bien, nos dieron las 6, salimos de la disco y para nuestra sorpresa, llovía. Que mal. ¡Que se me riza el pelo!



Fuimos dirección a Sol, para coger el metro, y cuando pensaba que todo había acabado, no. Que va, la noche podía seguir dando de sí.

Un chaval, comenzó preguntándome que qué línea tenía que coger para ir a Begoña. Y yo, como buena persona aunque un poco ajena a todo debido a la hora que era, le contesté. Siguió preguntándome que si estaba segura de lo que le decía, y yo, que sí, que no tenía cuerpo para discutir. LLegó el metro, y se sentó a mi lado. Y siguió hablándome. La verdad que el chaval era majo, me contó su vida prácticamente y como era de suponer, me pidió el teléfono; pero yo, para curarme de espantos, decidí darle el mail, que es más socorrido y menos cansino, y para mi suerte, el móvil lo tenía sin batería y no lo pudo apuntar, ¡jejeje!.




Llegué a casa a las 7.45, desayuné y me acosté. He aparecido a las 4 de la tarde, no está mal.
La noche prometió.