martes, 18 de agosto de 2009

Capítulo 77: Hiperactividad

Por fin me he calmado. LLevo todo el día hiperactiva, saltando de un lado hacia otro, sin dejar de hacer cosas, sin dejar de pensar y de hablar conmigo misma. Reconozco que lo soy, pero el hecho de añadirme un café doble influye. Como el hecho de no hablar con nadie más que con desconocidos.
La cuestión, es que desde que me levanté, andaba con la sonrisa maligna, la de triunfar y reirme de ello hasta por la calle (la gente no me entiende). Y es que no hay nada mejor que te apoyen cuando cuentas una historieta.
Ya no me escondo ni intento disimular, me río y punto. Soy feliz, y se me nota en la mirada.
Así que ya en casa, comencé por tareas de "mari" mientras escuchaba música a todo volumen y sí, bailando y cantando con la escoba... Y de pronto, momento de inspiración. La saqué del armario, por fin, después de tanto tiempo.
La camiseta. Un lienzo blanco para plasmar en ella mi imaginación. Es un regalo que prometí hace cinco meses dedicar, y ha tenido que ser un día como hoy, donde mi hiperactivismo unido con 38 grados, y mi imaginación han dado fruto.

Pero lo importante del día no es que pinte una camiseta, ni que pegue saltos.
Me quedo con el momento silencio. Después de una ducha helada, y de estrenar un bodymilk de Sephora delicioso que huele a galleta de chocolate, me he asomado a mi ventana. Todo está en calma. Madrid está parado, es agosto y se nota. Los 7 millones de habitantes han quedado reducidos a un silencio casi sepulcral, donde solo ha sido roto por un taxi que seguramente iba de vuelta a casa.
Y he comprendido, que si una ciudad así se para, mi cabeza debe tranquilizarse también. Me ha invadido de pronto un golpe de paz, de armonía, de sueño, y de nuevo de inspiración.
Tenía que soltarlo, y una vez hecho... buenas noches a todos.