-Quítate el sombrero...
-No intente distraerme. No le voy a permitir ni una crítica más...
-Acércate.
-Mi paciencia ha tocado fondo y no tolero un comentario de ese tipo...
-Deja de hablar-continuó con rotundidad- Ven.
Y atrayendo hacia él su cara, sostenida por debajo de la mandíbula, la besó dulcemente. Ella mantuvo sus ojos abiertos durante unos segundos que le parecieron horas, a la vez que se preguntaba qué debía hacer, si separarse bruscamente y marcar con su palma el rostro de él, o dejarse llevar por el cálido sabor de sus labios.
-Me encanta verte cabreada- susurró con voz mansa
-No tiene vergüenza ninguna, ¡suélteme!
Pero a la vez que de su boca salía esa orden, su cintura se curvaba cada vez más, dejándose llevar por el abrazo de él, poco a poco más intenso y dominante.
Finalmente se dejó arrastrar por la tensión sexual que había entre ambos. Acababan de pasar del odio al amor en una frase, en una mirada sostenida que hablaba por sí sola.
Se fundieron como una pieza de cera cerca de una lumbre, y durante unos minutos fueron un solo cuerpo. Mientras todos seguían con su vida alrededor de aquel cuarto, tan solo el gemir de ella fue interrumpido cuando con su mano tapó su boca. Todo el mundo era ajeno a lo que estaba naciendo en aquel momento, y nadie les obligló a continuarlo.
Hacía tiempo que sus caminos se habían cruzado. Fue probablemente un cúmulo de circunstancias las que hicieron que se juntaran....
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