domingo, 23 de agosto de 2009

Capítulo 79: Un día en la piscina: flora y fauna


Último domingo autista, lo prometo:
Hoy me he levantado temprano porque llevaba 10 horas durmiendo y porque un amigo me llamó que acababa de llegar a España, pero que le era imposible perder el vuelo a su siguiente punto de destino, todo había salido perfectamente. Bonito, que alguien quiera perder un vuelo para darme un par de besos.
Así que como cada domingo, me he vestido, he desayunado y me he ido a misa. A la vuelta, Raúl, mi vecino el camarero, me ha parado para darme un poco de charla, y yo que traía la cansinería sobre la chepa, le he dedicado unos minutos a pleno sol, agradeciendo después que me haya hecho cambiar de opinión.
Así que, una vez en casa, y con la comida hecha, en un plis, bikini puesto y a activar mi melanina.
Como ayer fui también, una vez rota la vergüenza de ir sola (que aunque parezca que no, todavía gasto de eso a veces)me he plantado en el mismo sitio de siempre.
Para mi sorpresa, me rodeaban los mismos de ayer.
Ya os he comentado varias veces lo observadora que soy, y estando sola, no me queda otra que mirar, sin intención ninguna, sólamente observo lo que se atraviesa en mi horizonte visual.
Y me he dado cuenta de la flora y fauna cohabita en un mismo recinto de estas características.
Sobre la flora, poco que decir: alguna que otra florecilla suelta, y mucho capullo alrededor.

La fauna, sin embargo, es lo que más me impacta.
Hay varios grupos sobre los que incidir: desde niños rebolluos a señoras octogenarias luciendo palmito.
Lo de los niños es algo que me choca bastante, porque en mis tiempos, el raro era el que era gordito, y su mamá le echaba dos bocadillos y un phoskito en el recreo. Ahora, el raro es el flacucho. Con tanta playstation y juegos en el PC, los niños son bolillas de carne andantes. No se como sus padres lo permiten. Eso si, los niños españoles, porque hoy, he podido comprobar como los niños y no tan niños no españoles, más bien oscurillos y dejémoslo ahí, estan tocados por la gracia de Dior, y gozan de un cuerpo fibroso y atlético que da una envidia que no veas( que conste que no lo digo por los menores de 18 años, no os penseis nada raro). Eso si, el día del reparto de beneficios, Dior, dió a elegir entre cuerpo y cara.Y la mayoría, eligió lo primero.

Sobre las señoras octogenarias, hay que destacar como se han ido liberando poco a poco, y quitándose sus propios prejuicios. Pero una cosa, señora, es que se ponga a tomar el sol, lo cual está permitidísimo, y otra cosa, es que sea capaz de saber a cuantos grados está el céscep con un simple gesto. Porque, seamos realistas, a su edad, que tenga el corte del bañador en el pecho, es totalmente indiferente...dudo que algún macho ibérico que esté dispuesto a vérselo, le importe que tenga distinta tonalidad...

Otro grupo que abunda, son los chicos gamba. Esta es una especie que empezó a surgir con la metrosexualidad. Se caracterizan por bañadores "de invierno", es decir, de los que casi llegan a los tobillos, por los rosarios colgantes y por tener todo el cuerpo tatuado. Que una cosa es llevar un tatuaje por el motivo que sea, y otra cosa es ser un album de muestras. Creo que no tengo que explicar por qué lo de gamba, no? (bueno venga...le quitas la cabeza y te quedas con el resto). Estos, con el tiempo pasan de ser gamba-man a caballitos de mar. Ahí, os cuento. Cuando llegan a cierta edad, su cintura, o bien pasa a ser lo que comúnmente distinguimos como barriga cervecera, o están éstos que os digo. La barriga se les sube al pecho, lo cual, dan la sensación de buche columbidae o en su defecto, caballito de mar, ya que para que a esa edad esten en la piscina, es porque como éstos, llevan a las crias encima (a los nietos, se entiende).

Por último, cabe destacar, los lobos solitarios (entre los que me incluyo). Dícese de personas, que hartas de esperar a los colegas, y sin aire acondicionado en casa ni piscina de urbanización, van rellenando los huecos que dejan los anteriormente mencionados. La equipación de un lobo/a de piscina, es básica por un motivo clarísimo: miedo a que te manguen hasta el D.N.I. Eso sí, compuesta por :
a) una libro, al ser posible tocho, tipo Ken Follet, para que no se te acabe(nadie te roba un libro en la piscina)
b) botellita de agua calentorra
c) gafas de sol para disimular
d) móvil escondido, para mirar la hora, porque es lo único que aparece en pantalla

Pasado el Sol que ya no colorea, decidí volver a casa. Lo bueno, es que ha terminado con unas sidritas "aqueRaúl" acompañada de la rubia del sur, a la cuál, dedicarle estas últimas palabras, ya que me ha pedido aparecer en un post:

"Sí, han crecido, María, yo se que te gustan, pero lo nuestro es imposible".