lunes, 17 de agosto de 2009

Capítulo 76: Evocando

Y de nuevo sonó esa canción. El viento fresquito de la noche me traía las notas que estaban siendo interpretadas en el lado opuesto del pueblo, por la orquesta de las fiestas. Mientras hacía un repaso a la memoria, tirada boca arriba mirando el cielo en una de las tumbonas que habían cerca de la piscina, volvió a sonar.
Y si en aquel momento, mis recuerdos eran recientes, en una cadena de pensamientos paseándose en estos últimos nueve meses, retrodecieron algo así como 15 años.

No recuerdo exactamente cual fue la primera situación de mi infancia en mi pueblo, se que desde que tenía año y medio iba cada periodo vacacional, cada fin de semana, a convivir con mi abuela, con mi tía y con mis primos.
Pero si recuerdo las tardes a pleno sol en el patio, jugar al escondite y a Antón pirulero, las cabañas que mi padre nos hacía con las hojas de la palmera, los baños multitudinarios a los pies de las escaleras para terminar antes, los bocadillos de mortadela de la chica, y las tortas de masa de aceite.
Recuerdo las granizadas de Juan Antonio el del quiosco, a mis primas la vasca y la canaria, las pechadas de comer en casa de Mari, y las vecinas de las casas colindantes, que me repetían una y otra vez que tenía la misma cara que mi madre.
Recuerdo, que mi método de identificación era decir que era nieta de Antonia la de Machaquito, y que trás de mi, había otro hijo más de la que está en Jaén.

No echaba de menos nunca volver al piso, alli era muy feliz y mis padres venían cada fin de semana hasta agosto, que justo empezaba la feria y mi padre tenía vacaciones. Recuerdo apagar las luces de noche para ver las estrellas, mientras mi abuela o mi madre nos contaban historias, hasta que empezaba a hacer fresco, y nos tapabamos con las toallas que colgaban de las cuerdas del tendedero.

Aquella canción, tan simple, tan movida, tan alegre y a la vez triste, sonó hace poco. Me la recordó Ana, y el pensamiento del momento de esa canción regresó del pasado más reciente, volviendo a evocar la playa, mis amigas, las vacaciones, los amores y desamores, las caricias, los besos, las sonrisas, el abanico, los bailes, las miradas, los mensajes no contestados, la soledad y la compañía, las duras verdades y las dolorosas mentiras.
La vida está llena de ciclos, y a mi me gusta el que estoy viviendo ahora. Mi ciclo, sólo mío.