lunes, 8 de agosto de 2011

XXXVIII: Cuarto Creciente (cuento)

Había una vez, una joven bailarina, que viajaba sin parar alrededor del mundo, buscando actuar en los mejores escenarios, para enseñar a los espectadores que la música era algo más que lo que entendían.
Cierto día, llegó a una ciudad del Caribe, y cansada de tanto caminar y tanto investigar, decidió tumbarse en la playa y descansar.
De repente sintió un ruido muy grande, abrió los ojos, y boquiabierta, visualizó algo que jamás hubiera podido imaginar. Las aguas se abrieron, el Sol, se arrodilló, las nubes formaron un horizonte hermoso, y del mar, salió un dios, de ojos verdes y piel canela, de cabellos ondulados claros, y de torso musculado. Al instante, notó una punzada en su corazón, y sintió que era lo más bello que nunca había visto.

Ella, que ya no sabía si eso era producto de su imaginación, o era real, empezó a taparse la cara y frotarse los ojos. De pronto sintió que alguien tocaba su hombro, y apartaba su pelo de la cara.
- Estoy aquí, ¿no me habías llamado anteriormente?Vengo para nunca dejarte.

Ella, ojiplática, agachó la vista y preguntó que quien era él. Pero al momento se sintió tan atraída que no pudo resistirse más y comenzó a mantanerle la mirada, sin distraerse.

-Los cielos me han mandado para que cuide de ti. Yo era un dios del mar, pero te vi, y me enamoré, y pedí al consejo de dioses que me dejaran ser terrenal para cuidarte, y poder tocar tu piel, y poder besarte en los labios.

-Pero, ¿cómo es posible eso? ¿dónde me has visto antes?¿Qué es lo que se supone que había pedido?

-Hace tiempo emprendí un viaje en solitario, recorriendo el mundo, surcando los mares, jugando con el agua todo lo que quería. Cuando anduve por el Mediterráneo, te vi bailando bajo la luz de la luna, en un espectáculo con mucho mortales alrededor tuya. Sentí la necesidad entonces de tomarte por la cintura y bailar contigo, pero no podía hacerlo lógicamente. Así que he estado mucho tiempo intentando seguirte lo máximo posible, para verte, hasta que por fin, han accedido, y abandono todos mis dones, para poder hacerte feliz. Se que tu corazón estaba vacío y buscabas a alguien para dar todo el amor que tienes dentro. Que no has tenido suerte en el amor. Pero ahora, estamos los dos, para cumplir juntos nuestros sueños.

Ella no comprendía muy bien que estaba sucediendo, ni sus palabras, sólo sentía una fuerte atracción, y se notaba totalmente embelesada, no podía dejar de prestarle atención, y sintió como sus labios se iban aproximando a los de él, hasta rozar la piel más suave que pudiera haber, y el beso más auténtico que nunca le habían dado.

Y los dos se abrazaron, y  no se cuestionaron nada más, sino que se dejaron llevar por lo que su emoción le guiaba, y la luna, en cuarto creciente, se reflejaba en el mar, iluminando algo muy bonito que acababa de nacer.

Dicen, que cada vez que la Luna está en esta fase, los mares se revuelven gritando el nombre del dios que quiso ser mortal para amar a una mujer, porque echan de menos su presencia y tienen celos de que ella tenga todo su amor.