lunes, 3 de agosto de 2009

Capítulo 73: Málaga: Palmeras, playa, vino y kinkis

¡Que viva la República Dominicana!¡Mira, una palmera!¡Maya!

Así empezaba a plantearse el fin de semana; gritos de guerra solo con sentido para unas cuantas.
Y es que, tras mi paso por el Caribe, y las vacaciones a las que Hanna, Joann y yo estamos acostumbradas, quedarnos el primero de agosto en Madrid era todo un castigo.

Un par de bikinis, unos minivestiditos, bronceador y los billetes del AVE. Que genial plantarse en dos horas y treinta minutos en la Costa del Sol!

Nos esperaba David, el recepcionista del Hotel Don Paco, altamente recomendable (el hotel), a parte de la humedad y el olor a sal, y un ambientazo por el centro lleno de RRPP que nos perseguían y nos regalaban chupitos por doquier.

Unos bailes para dejar el estres, un Duyuspikispanish? que nos hizo reirnos en toda su cara (es lo que tiene ir con la rubia) y un montón de locales con música "variada".

El sábado, tras levantarnos con una sonrisa en la cara, bajamos a desayunar a la cafetería de la esquina, y después, a la playita. Vereis, si os cuento a secas que estuvimos vuelta y vuelta, pues no tiene mayor chicha el día. Pero, si os cuento, que la Chenoa, el Jonny, la Deli, la Laura (con sus mayas/pijama)la Vane, la Naza y el Felipe, le pidieron también unas tumbonas al Fali, y se sentaron a nuestro lado, con sus bocadillos de chorizo, y sus botellas de Sandevid, el asunto cambia. Porque "desaaah", si la llegan a coger por banda, le clavan un palo que le atraviesa toda la "esparda", porque ellos, no tienen ná que perder en la vía!(no la del tren).
Imaginaos el plan, estuvimos bastantes entretenidas y metidas en la conversación (no porque quisieramos, sino porque con las voces no nos quedaba otra). Hasta que llegó ÉL. Lo mejor de Málaga si quitamos la playa, el sol, el vino moscatel, los boquerones, calamares y el argentino del Pub Chocolate. Parece mentira que perteneciera a la familia. Con un bañador rojo, una camiseta blanca de tirantes que enseñaba sus magníficos pectorales y su niña de la mano, nos mostró su torso en el cual, aparecía la siguiente inscripción:DEBORA.
Una hora al menos nos quedamos las tres embobadas intentando leer lo que ponía alrededor del ombligo: Débora, como la niña. O debora... en plan orden...
El caso, es que Raúl, el último personaje que se unió al episodio playero de Diario de Verano, nos hizo plantearnos que siempre hay alguien en todas las familias que tiene que destacar, en este caso, para bien dentro del clan kinki boquerón.

Por la noche, tras seguir la recomendación de David, fuimos hasta el Pimpi, una bodega típica andaluza, con autógrafos de muchos actores y famosetes en los barriles, y fotos de carteles taurinos y macetas en todas las paredes. Desde luego, bastante agradable, y muy ricas las rosquitas y la carne a la sal.


El domingo, tras apurar hasta las 11 en la cama, recogimos los bártulos que amablemente nos dejaron que guardásemos en el hotel, y nos fuimos de nuevo para la Malagueta.
El desayuno, a la carta y con un serlf-sevice de Colacao/agua/azúcar que nos quedamos muettas.

Y con todo el dolor de nuestras almas (y de algunas partes no acostumbradas a tomar el sol, que lo hicieron estos días), nos volvimos para recoger nuestras cosas e ir a la estación, camino de Madrid.

Un fin de semana de lo más aprovechado, de lo más relajante, de lo más divertido, con una banda sonora llena de canciones que no se nos olvidarán (excepto a Hanna, la de sfiusfiusifuimayaaaaa)