viernes, 3 de abril de 2009

Capítulo 49: Agua

(Mi querido lector, te recomiendo que reproduzcas la canción que está más abajo insertada mientras lees este post)

Hacía mucho tiempo que el agua caliente no me abrasaba la piel. Hacía mucho tiempo, que no disfrutaba tanto con una ducha. Relax. Mientras las gotas que caían sobre mi pecho dejaban la piel roja, y el vapor ocultaba el espacio, mi cansancio, mis problemas, mis agobios, todo, se iba por el sumidero dejando solamente una sensación de bienestar sobre mis hombros.

Fue tan grata la sensación, disfrutando del olor y la suavidad del gel sobre todo mi cuerpo, del sonido del agua, del silencio del habitáculo, de la música que sonaba de fondo que el tiempo se paró por unos instantes dejando que yo, fuera solamente yo. Algo complejo de explicar. Pero es esa sensación de que nada importa, de que no soy ni hija, ni amiga, ni trabajadora, ni amante. Simple y llanamente, un cuerpo. Nada que pensar. Nada que decir.

Entonces, cuando conseguí que mi cerebro respondiera ante la nada, me di cuenta de que lo echaba de menos. A él, a quién en otras ocasiones he mencionado. Me di cuenta que en mi piramide de Maslow, él se ha convertido en un componente de la base. Y que la sensación del agua sobre mi piel, de la presión del chorro sobre mi cabeza, me había transportado a la misma sensación que me proporciona su contacto, su piel en la mía, sus besos en mis labios, su aliento en mi cuello.

A veces es necesario desconectar de todo, y apreciar lo que algo tan simple como el agua, nos puede ofrecer.