miércoles, 29 de abril de 2009

Capítulo 55: Efímero

El amor es efímero.
La amistad es efímera.
El odio es efímero.
La pasión es efímera.
Nosotros somos efímeros. ¿Y qué?
Lo que importa es cómo aprovechemos el tiempo y lo que aprendamos de la vida, de cada situación y de cada persona.
Vive, por favor.



lunes, 20 de abril de 2009

Capítulo 54: Pro -K

Hoy es el día de mi declaración de fanatismo hacia K. Muchos de vosotros no sabeis quién es a no ser que sigais también su blog.

K es una de mis mejores amigas en Madrid, y desde hoy y como bien os decía al principio, me declaro fan.

La razón, os cuento ahora:

Desde hacía un tiempecito no nos juntábamos y hoy después de la jornada de trabajo, nos hemos visto. Además de por el tiempo que hacía desde la última quedada, quería que me contara que tal su viaje y todas esas cosas de las que las chicas hablamos y que últimamente nos están pasando.

Pues bien, dirección Tribunal, ella iba diciéndome lo estupenda que era su cartera Louis Putón, 100% imitación, comprada en la misma Roma Capital y lo alucinada de todas las tiendas y puestos que vió con esos tipos de productos.

Y de pronto, voltea su mochilita, busca, mira y con toda la calma del mundo, me suelta: acabo de ser víctima de un delito de apropiación ilegal, por la espalda, con premeditación y alevosía. Me ha extrañado que el presunto caco(todo el mundo tiene derecho a la presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario) se subiera en la anterior y se bajara en esta. Oh, Dior mío, que poca vida le he dado a mi cartera!

A lo que yo, aluflipada por su tranquilidad, y dado que soy capaz de decir las preguntas más absurdas en momentos críticos, le he soltado, también con la máxima calma, fruto de la genética pachorra de mi madre: hija mía, como diría mi abuela, más se perdió en la guerra; llevabas la ikurriña?

Y así, sin cartera, y lo más sensata del mundo, cuando cualquiera, véase yo misma, se hubiera puesto a llorar, K y yo hemos continuado la tarde pensando, y no por ser malas, que ojalá reviente como el lagarto de la Magdalena el susodicho, presuntamente ladrón.

domingo, 19 de abril de 2009

Capítulo 53: Sí

Quisiera regalarte mil momentos felices, mil historias que te hagan sonreir, mil abrazos que te den calor cuando tengas frio, mil besos para que te sientas querido. 
Quisiera poder tener el don para devolverte lo que has perdido, o para que nunca pierdas lo que tienes. 
Quisiera gritar a los cuatro vientos que eres mi amigo, y que la gente se enterara de que hubo un momento en el que formabamos un pack indivisible. 
Que nunca derramaras una lágrima, que nunca te sintieras vacio,que siempre vieras el lado positivo.

Porque aprendí que diciendo lo que siento mi espiritu se libera. Ya no me da vergüenza reconocerle a quien quiero que lo quiero. No quiero conseguir nada más, pero sí saber que tengo un hueco en tu corazón. Igual que llego a ti, mi rubio, llego a más personas a las que tambien quiero. 
Así que por todos los que me ofreceis un hombro para llorar, un café para desahogarme, o unos minutos leyendome, seguiré hacia adelante viendo la vida como siempre la he visto, sonriendo como siempre sonrio, y queriendo,como ahora lo hago.

Capítulo 52: Y punto

Intenta mezclar en un mismo saco varios sentimientos a la vez: una pizca de amor, bastante lujuria, algo de egoísmo, locura, mucha, y mitad de cuarto de soledad y tristeza.
Agítalo todo, dale vueltas, y después intenta abrir y separar cada cosa integramente. 
Si lo consigues, díme como se hace por favor.




jueves, 16 de abril de 2009

Capítulo 51: El Pingüino

Nada había que hacer ya detrás del mostrador. Tan solo esperar una llamada o un nuevo clliente, pero casi calculaba el momento exacto en el que eso ocurriría. 
Meneando el abanico sin parar y casi entrando en un estado de somnolencia agudo, provocado por el sonido monótono de aquel chisme, antaño seguro una revolución de la tecnología contra el calor, pero hoy, un ventilador obsoleto que intentaba refrigerar el armario de los contadores.
Ya me había leido todos los periódicos, había ordenado todas las facturas amontonadas que esperaban pasar por mis manos para ser archivadas. Ya no quedaba más por hacer.

Sentada, me disponía a pensar como debería actuar si se repetía de nuevo el mismo episodio. Tal vez exagere, pero el impacto fue tan fuerte que me dejó paralizada, como un pingüino entre tanto hielo.
De hecho, no sabía bien si era por volver a trabajar o por aquella situación, el caso es que estaba nerviosa. Notaba como mis manos temblaban y como una sensación casi dolorosa en la boca del estómago se instalaba en mí, algo que empezaba a preocuparme.

No me explico cómo, di lugar a aquella sitación. Tal vez un exceso de simpatía, tal vez un exceso de amabilidad, confundida, hizo que la historia fuese así:

Quizás, un poco más temprano de lo normal, él entró a devolver el periódico, algo así como se hacía antes con las botellas de la leche, una costumbre rara, pero permitida por el director. Se sorprendió mucho de volverme a ver trás el mostrador, y por no hacerle un feo, le correspondí el entusiasmo con una leve sonrisa. En absoluto iba a imaginar la osadía de él de entrar en recepción para plantarme un montón de pegajosos besos nada agradables. 
Mediante unos cuantos empujoncitos, conseguí separarlo de mi, comprendió mi expresión corporal y salió de la zona dirigiéndose a la puerta de la cafetería para cerrarla.
Ahí creo que fue el momento exacto en el que mi sangre dejó de circular. Le expliqué que sí, que iba a seguir trabajando allí unos cuantos días más, pero no con demasiadas ganas.
De repente, se volvió a abalanzar sobre mí repitiendo su bochornosa actuación, pero esta vez, comenzó a decirme de forma entrecortada que qué bien olía. Reaccioné de nuevo con un achuchón mucho más fuerte que el anterior hasta conseguir separarlo.

Casi como en una película, montones de ideas bombardeaban mi mente. Era la primer vez que había provocado esa situación y no me gustaba nada. En absoluto; me sentía tan estúpida por permitirlo, que fue entonces con el último empujón cuando volví a tener los pies sobre la tierra. De nuevo, se dió cuenta de mi rechazo y desapareció repitiéndome que qué bien olía.

Acto seguido, comencé a temblar con una sonrisa incrédula, pensando que cómo era posible que ya ni de un viejo anciano me pudiera fiar.  Confundí su amablidad y cortesía con su desesperación sexual.

Pero ya no se iba a volver a repetir aquella historia. Cada vez que lo viera, desaparecería de recepción; cerca de Fernando no se atrevería a acercarse a mí.




*P.D: es un relato, no es real 100%

domingo, 12 de abril de 2009

Capítulo 50: Vuelta a lo mismo

Con este título tan amplio, os cuento un poco de todo sobre el transcurso de mis días. Espero, que esteis todos, sanos y salvos, que paso lista, eh?

Vuelta a lo mismo, a mi piso, a la rutina diaria y a la misma situación de déjà vu que se repite cada cierto tiempo.

He pasado unos días estupendos rodeada, esta vez sí, de mucha gente a la que quiero o estoy empezando a querer. He podido ver a mis amigos, a todos, y me han descubierto la magia de una gran velada. Mi familia, pilar importante en mi vida, ha estado presente casi al completo, con todos los peques a mi alrededor, hermanas y cuñados y mis padres por supuesto.

La vuelta, quizas un poco más dura. No por lo sustancial, que eso nos pasa a todos después de unos días sin hacer nada, sino porque no sabía con qué me iba a encontrar. 
Algo de incomunicación, lo suficiente para darme cuenta de muchas cosas. Y la principal, es que todo ha cambiado. Y sí, una cambia cuando una quiere, no hay más que autoanalizarse, y comprobar que inclinamos la balanza hacia el lado que más nos interesa. Se le pone fin a las situaciones que nos cansan, al igual que las iniciamos cuando algo nos motiva. El problema, es que solo se cuente con la parte implicada al inicio, y no al final.
Pero, como dicen por ahí, todo es por algo. Aunque algunas veces no lo queramos reconocer, y ese algo lo creemos nosotros.

Creo que he dado muchos pasos hacia adelante intentando crear algo hermoso. Pero ha llegado el momento de parar, poner las luces de emergencia, y esperar. Alguien vendrá a por mi, estoy segura. Confio en ello.




viernes, 3 de abril de 2009

Capítulo 49: Agua

(Mi querido lector, te recomiendo que reproduzcas la canción que está más abajo insertada mientras lees este post)

Hacía mucho tiempo que el agua caliente no me abrasaba la piel. Hacía mucho tiempo, que no disfrutaba tanto con una ducha. Relax. Mientras las gotas que caían sobre mi pecho dejaban la piel roja, y el vapor ocultaba el espacio, mi cansancio, mis problemas, mis agobios, todo, se iba por el sumidero dejando solamente una sensación de bienestar sobre mis hombros.

Fue tan grata la sensación, disfrutando del olor y la suavidad del gel sobre todo mi cuerpo, del sonido del agua, del silencio del habitáculo, de la música que sonaba de fondo que el tiempo se paró por unos instantes dejando que yo, fuera solamente yo. Algo complejo de explicar. Pero es esa sensación de que nada importa, de que no soy ni hija, ni amiga, ni trabajadora, ni amante. Simple y llanamente, un cuerpo. Nada que pensar. Nada que decir.

Entonces, cuando conseguí que mi cerebro respondiera ante la nada, me di cuenta de que lo echaba de menos. A él, a quién en otras ocasiones he mencionado. Me di cuenta que en mi piramide de Maslow, él se ha convertido en un componente de la base. Y que la sensación del agua sobre mi piel, de la presión del chorro sobre mi cabeza, me había transportado a la misma sensación que me proporciona su contacto, su piel en la mía, sus besos en mis labios, su aliento en mi cuello.

A veces es necesario desconectar de todo, y apreciar lo que algo tan simple como el agua, nos puede ofrecer.