No quiero. Me niego. No, no y no. No me apetece volver a la rutina,quiero otra vuelta másen mi barquito, en mi Sueño del Océano.Volver de vacaciones siempre se hace un poco cuesta arriba, pero cuando he disfrutado tantísimo,superando mis expectativas con creces, más aún.Porque el hecho de que madrugar para desayunar recien llegados a puerto,mirando al mar,la cantidad de cosas ricas que ofrecen, no fuera un suplicio, el resto del día se planteaba cuesta abajo.Increibles playas de aguas cristalinas y arenas blancas, paisajes repletos de vegetación,casitas de colores en cada una de las ciudades, especias, olores y sabores distintos y una grancalidad humana por todos sitios, que con un inglés wachimeri por ambas partes, la conversación fluía sinproblemas.Podíamos estar horas tirados en la costa, volver al barco, comer y disfrutar de las piscinas, del sol,de los mojitos y de los juegos y música del buque. Unas cuantas medallas, premios y diplomas por hacerel gamba en toda mi salsa.Luego, un ratito antes de cenar, momento de chapa y pintura, y lista. Preparada para recibir la nochecon los brazos abiertos.Cena, a la carta como señores, perfectamente atendidos. Un poco de espectáculo en el Broadway, y disco.Música, música y más música por favor. Que no pare. Porque lo mejor del día, era terminar bailandocon alguien que me llevara en los merengues, salsas, bachatas y hasta los reaggetones más sucios. Mientras todas se moríanun poquito de envidia, yo tenía a un perfecto showman haciendome compañía.Maldita obsión la mía,el no poder parar las caderas cuando algo pinchado por mi amigo DJ Junior estaba sonando.A veces no hace falta terminar algo para saber que ha pasado y, dependiendo de la intensidad, puede ser tan perfecto como si hubiera concluido.Un viaje, igual de increible que los que llevo hasta ahora. Algunas caras conocidas, que me hacían sonreir cada noche,pero sobre todo, me quedo con la certeza de saber que la música, volverá a sonar, cuando los piespisen tierra firme.