Parece mentira como 30 horas pueden cundir tanto. Pueden dar para arrepentirte de haber hecho algo, para disfrutar mucho o para darte cuenta de lo feliz que se puede ser con cosas muy simples.
A las 9 del día de ayer, cogí un tren. He vuelto hoy después de 38 horas, pero he estado desconectada de todo. De movil, de internet, de ruidos, de tráfico, de metro y de centros comerciales.Relax. Es la mejor palabra para definir el ambiente donde he estado.
Y que mejor compañía que la de mi familia. Mis hermanos, como siempre, todos unidos. Mis padres, mis tios, mis sobrinos...Comida casera, Sol y piscina. Y con eso, lo más básico del mundo, tengo felicidad para mucho tiempo.
Soy muy hogareña, aunque desde hace algún tiempo haya decidido vivir mi vida por separado.
Pero esos ratitos, merecen la pena. Aunque me tire 10 horas viajando, aunque tenga que hacer y deshacer maleta y aunque mañana toque trabajar, hay que repetir momentos como el de este fin de semana.
Hay que buscar la felicidad en lo más sencillo, hay que encontrar la paz en el silencio, en la tranquilidad, hay que querer y dejarse querer, para saber todo lo que se tiene.
Hay que volver a la realidad, para entender lo bonita que es la vida.