miércoles, 12 de septiembre de 2012

LX: Trabajo, por dignidad

                  Hace un tiempo que queria escribir, y hace mucho más que quería hacerlo sobre este tema, pero desde que tengo todo el tiempo del mundo, no tengo inspiración para sentarme delante del ordenador y redactar algo coherente.
Tengo todo el tiempo del mundo porque desde diciembre estoy en el paro, como una gran parte de esta sociedad española. Y aunqueo mi caso fuera un caso distinto, (digamos que era lo más conveniente para  mi relación personal)no hay día que no me acuerde del puesto que tenía, de mis compañeros, de mis clientes  y de mi vida en Madrid.

Porque, si bien no es por el tema económico, en mi caso tengo respaldo por suerte, es por una cuestión de dignidad. Trabajar no solo te desarrolla personalmente, evolucionas, aprendes y te hace sentir útil, sino que trabajando te desenvuelves  socialmente, te involucras en el círculo que  te rodea, te abre la mente y tus metas se vuelven tangibles.

Hay miles de tipos de trabajos, y todos, salvo el de matar a sueldo( y el de político me lo estoy planteando) son dignos, tengan o no más valor, se pida o no más capacitación, pero, desde el que te limpia la fosa séptica, hasta el cirujano más noble, están metidos en la sociedad, están dignificados.

Admiro, y lo podría decir en mayúsculas a todas esas madres, amas de casa, que han dado su vida por el confort de su familia. Ahora que es mi función en mi hogar, me doy cuenta cada día de lo poco motivador que es levantarte temprano para tender la ropa, pasar la fregona o limpiar los cristales. Y sin embargo, pocos de nosotros ha oído a su madre decir que no le apetece ir a trabajar.  Porque, podremos tener un entorno laboral no favorable, o quizás no es tu vocación ser administrativo en una gestoría, pero al fin y al cabo es trabajo. 

Hace unos días, escribía una amiga que ella (licenciada en ADE) a estas alturas, se consideraba "becaria profesional". Porque a su edad, el mayor rango que ha tenido es ser becaria. Y juntas, hablábamos de lo que nos entendíamos mutuamente. No necesariamente por recibir un salario te sientes satisfecha/o, si cuando vuelves a casa (en su caso) o termina el día (en el mío) la acción de más valor que has desarrollado es cederle el paso a un señor en la acera. Si no has hecho nada,en todo el día.  No por el hecho de cobrar, te sientes feliz. Al menos, cobrar el salario medio de un españolito (quizás si ingresáramos lo justo para irnos de viaje día si, día también, la percepción cambiaba).
Lo que realmente necesitas es sentirte valorado, sentirte útil. Y por supuesto, cuando existe un feedback positivo entre tu trabajo y tu jefe, cliente, paciente, acreedor o Periquillo el de los Palotes, la satisfacción es inmensa. Necesitamos, y ya lo decía Maslow, sentirnos completos, ir escalando peldaños para ser felices. Y el trabajo, la realización de actividades en grupo nos ayudan a ello.

Actualmente, 5 millones de parados en España, no puede significar otra cosa que no sea fracaso. Porque, pese a que esta situación nos persigue desde hace 4 años casi, siempre ha habido un indice bastante alto de gente desempleada, de "trastos" para la sociedad, que cobraban una pensión, un subsidio, o una "paguita" sin aportar nada al Estado (al menos, lícitamente). Ahora, cuando nos afecta a tantos, y en su mayoría jóvenes, nuevas familias, es cuando el ánimo empieza a caer, el optimismo se va por el retrete, y las ganas de luchar y superación se tiran por la ventana. Ahora, cuando veo a gente menor que yo, que con suerte, empezarán a cotizar a los 30, es cuando me doy cuenta de lo que hay detrás de un puesto de trabajo. La dignidad personal, la dignidad de un país. 

Así que, si algún día, espero pronto, vuelvo a tener uno, prometo no quejarme, porque quiera o no, siempre habrá alguien que esté desesperado por subir un escalón de su pirámide.