y mis ojos dejaron de hablar.
Lo siento, es el único pensamiento que mi cerebro es capaz de emitir, lo siento.
Dejé todos los recuerdos en el mar,
donde el agua iba creando corriente,
y poco a poco se hundían con mil imágenes sin sentido.
Al principio fue cuestión de enredo, no pude contestar.
Poco a poco el tiempo fue pasando
y la vergüenza de no hacerlo se hacía mayor,
pero la tranquilidad de estar yo sola iba creciendo
con el mismo impulso y la misma fuerza.
Tus escritos me dieron miedo,
miedo de saber que te iba a herir en poco tiempo,
porque no soy capaz de corresponder lo que sientes.
Me sentí algo presionada,
obligada a contestar algo que no sentía.
Te lo dije, soy así, ambigua, testaruda, rara.
Me siento rara, porque realmente no debería comportarme de esta manera,
pero te prometo que soy incapaz de articular una palabra.
No lo comprenderás nunca, y estoy segura que no te lo esperabas de mí,
por muy especial que dijeras que era,
soy tan cruel como las demás.
Lo siento, es lo único que alcanzo a decir.
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