domingo, 24 de junio de 2012

XLIX: Verdades, feos y Ribéry

Las noticias hoy tenían un titular gratuito:

Elena Valenciano, (alias, la feminista del Psoe) tuiteaba lo siguiente: "habíais visto alguien más feo que Ribéry?". Acto seguido, todas las redes sociales se indignaban por el comentario.

Y yo me indigno, ante la cantidad de hipócritas que hay (y no la defiendo). Pues sí, es feo, y es la realidad. Lo que pasa, es que es un feo especial, ¿no?. Claro, porque el pobre tuvo la desgracia de tener un accidente y quedarse así. Porque "el pobre" es un futbolista de élite, y gana lo suficiente como para ponerle alfombras rojas a sus pies, y por eso, no se le puede decir feo.
Sin embargo, el resto de personas que también han sufrido desgracias, o simplemente no son como nosotros, si se pueden insultar, uno se puede mofar de ellos hasta saciarse, porque total, no tienen dónde caerse muertos, nadie los conoce.

Desde que vamos al cole, y empezando por los niños, somos crueles, y estamos rodeados de personas como nosotros. En todas las clases, hemos tenido compañeros con apelativos como los siguientes: Tomás el Gordo, Óscar el Mariquita, Jorge el Pepino, Paco el Gafotas, Gaspar el Cabezón.... Defectos que los hacían distinguirse del resto del pópulo, guapo y fuerte. O simplemente, que niños desgraciados con una personalidad intolerante y que no tenían otro entretenimiento se dedicaban a humillar a quién no era de su gusto.

Esa crueldad no se abandona en la niñez. Sigue y crece, y a veces, con suerte, se acompaña de una mayor discreción aunque no de un pensamiento más puro y sincero. Y si no, ¿cuantos de vosotros no habéis dicho o escuchado decir de una chica, que "esa ni con un palo la tocabais o, ni borrachos", y cuantas de vosotras no habéis despreciado a un tío por ser enclenque, calvo, o simplemente tímido?

Lo que pasa, es que sólo nos duelen algunas críticas siempre y cuando se refieran a personajes públicos y adinerados, y otras, las obviamos o simplemente cerramos los ojos, y hacemos como que no van con nosotros. Por suerte o por desgracia, somos diferentes, y las únicas igualdades que poseemos, son los defectos genéticos con los que el ser humano nace: la envidia, la avaricia, la soberbia, la ira, la gula, pereza y por supuesto, lujuria.

Nos encanta criticar cuando alguien lo hace mal según nosotros, claro, porque las verdades siempre duelen. Nos creemos jueces y señores de las vidas de los que nos rodean, porque somos los mejores en nuestra casa, porque nuestra abuela siempre nos dijo que eramos los niños más guapos y listos de la tierra, y nosotros, nos lo creeremos hasta que muramos.
Podemos hacer el vacío a quién pensó distinto a nosotros, porque, por supuesto, nos indignó y no se merece nuestra loable presencia

Si cada persona dedicara su tiempo de crítica y de pensamiento negativo hacia los demás a hacer algo con una pizca de amor y sentido común, ésto, marcharía mucho mejor. Porque, al fin y al cabo, dentro de unos años, tú serás más calvo, tú más gordo/a, tú, más viejo/a, tú, más feo/a que ahora, pero lo bueno que hagas con tu vida, se verá reflejado en la parte más sincera de nuestro cuerpo, tus ojos, tu mirada.

"El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra" 
 (Jn 8,111)



viernes, 1 de junio de 2012

XLVIII: Rodando

Yo soy de las que creo que la inspiración viene cuando una tiene los ojos abiertos. Hay veces, que situaciones o sentimientos muy muy intensos, nublan esa inspiración. Estoy segura que cualquier pintor, diseñador, o creativo en general apoya mi creencia.
En mi caso, me nubla el amor.
Desde mi anterior post, han pasado y he vivido muchas cosas.  Hay días que estoy por las nubes, como la prima de riesgo, y hay otras veces que estoy por los suelos, como el salario de los españoles. Pero también hay días que algo en mi me empuja a hacer nuevas cosas.

Me regalaron unos patines para Reyes, con una clara función, que moldearan mi figura; estaban guardados en la terraza. Se ve que el profesor sintió cargo de conciencia, cuando le dije que estoy muy contenta con mi cuerpo, y no lo quiero cambiar. Y las clases cesaron.
Pues hoy he sentido que tenía que cogerlos, que tenía que ponérmelos y aprender sola. A la mierda lo del ejercicio, me gusta mi culo. Es más bien cuestión de orgullo. Yo puedo, y lo haré. No digo que vaya a ser a mi edad patinadora profesional, pero me conformo que en una tarde haya conseguido ponerme de pie sin agarrarme, y moverme por todo el piso sin caerme ni una sola vez.
He de decir, que estas cosas es más fácil hacerlas cuando tienes 6 años, y no mides 1`70 puesto que el tortazo no es tan grande. Pero cuando tienes esa edad no eres consciente de que tienes que ir aprendiendo cosas que luego tendrás que utilizar para que nadie se ria de ti.

Hay veces que decimos frases  "con derecho" y hasta que no vemos el dolor que producen, no somos conscientes de que no son las correctas. Hay veces, que creemos que seguimos teniendo obligación a saber cierta información por el afecto que hubo. Pero no nos damos cuenta de que si hablamos en pasado, ya no hay que mantenerlo en el presente.

Hay veces que no nos damos cuenta de cuanto queremos a una persona, hasta que no la vemos hundida, débil, y levantándose  sola. Entonces, y solo entonces, es cuando le regalamos un abrazo y le perjuramos que es lo mejor que nos  ha pasado en la vida.

Hay veces, que es mejor abrir los ojos, y salir rodando solos, sin que nadie que no nos acepte tenga que hacernos el favor de enseñarnos.

Y hay veces, que cuando las cenizas del pasado creen que pueden volver a prender una llama, no te queda otra que ser un agua gélida, que las apague, y las destruya para siempre, para que no consigan quemar lo que tú tienes que sacar a flote.